Me desagrada la comidilla que genera una película antes de su estreno. Entré en el cine a ver ‘El Hobbit’ sin saber que la película era en 3D, y salí sin saber que se había proyectado, dicen, a 48 fotogramas por segundo, esto es, generando un look visual distinto, “más real”. Sinceramente, me pasó desapercibido, y dado el revuelo que está generando, pensaré que se trata de un nuevo tipo de merchandising. No me interesa mucho hablar de ello.
Sí me interesa resaltar que, en esta ocasión, el 3D es nuevamente prescindible. Cada vez que me acomodo en la butaca con esas gafas creo que estoy en el IMAX a punto de ver dinosaurios o tiburones. El director Werner Herzog logró darle con ‘La cueva de los sueños olvidados’ una oportunidad a este recurso de moda, incluso en la reciente ‘La Vida de Pi’… volví a ilusionarme. Sin embargo, en ‘El Hobbit’ el 3D consigue, en mi opinión, el efecto contrario: alejar al espectador de la historia. Tal vez sea el propio efecto, tan evidentemente ilusorio, que resulta alienante. Y, claro está, si además uno la ve en V.O.S, ¡imagínense! Los subtítulos flotantes no ayudan en absoluto (¡Con lo bien doblada que estaba!)
Y es que ‘El Hobbit’, al igual que la trilogía de ‘El Señor de los Anillos’, es visualmente una película impecable. Peter Jackson dota de una enorme verosimilitud la Tierra Media descrita por Tolkien. En esta ocasión, La Comarca, El Bosque de los Trolls, Rivendel y Las Montañas Nubladas son los cuatro espacios que ocuparan las aventuras de los protagonistas. En ellos se suceden escenastecnológicamente espectaculares.
Sin embargo, ‘El Hobbit’ no ha sabido mantener esta misma fuerza en la historia, concretamente en sus personajes. La cercanía, la vitalidad que nos hace sentir cada miembro de la Comunidad del Anillo, incluso cada personaje secundario, la extrañamos ahora terriblemente en esta nueva (y anterior) compañía.El hecho de que esté compuesta por trece enanos (a parte de Bilbo y Gandalf) evidentemente, no ayuda. Y parece que las casi 3 horas de metraje (¡de la primera de las tres partes!) tampoco.
Sí, esa sensación existe. No obstante, creo que gran parte del problema es querer comparar ‘El Hobbit’ con ‘El Señor de los Anillos’. También los respectivos libros. En mi opinión, es un error, pues no sólo tienen formas y objetivos distintos, sino que además se construyen sobre tonalidades distintas. ‘El Hobbit’ es un libro infantil, de tono juguetón, contado por un narrador que avanza y detiene la acción a su antojo, obligando a imaginar y pasar las páginas deprisa, como un niño. No hallamos largas descripciones como sí las hay en ‘El Señor de los Anillos’ que, aunque cómico en muchos momentos (recordemos los diálogos entre El Enano Gimli y El Elfo Legolas), mantiene un tono serio, solemne, adulto.
El relato de ‘El Hobbit’ pide una película ágil, divertida, cariñosa, sencilla y, sobretodo, entretenida. Y así es, porque se trata de una fidelísima adaptación. ¿Excesivamente larga? Si Peter Jackson hubiera rodado un único filme sobre ‘’El Hobbit’’, digamos, de dos horas, entonces sí hablaríamos de un terrible y fallido regreso a la Tierra Media. Eso sí, a 48 fotogramas por segundo.
Sala 1, Revista Digital de Cine
Publicado el 16 de Diciembre
No hay comentarios:
Publicar un comentario