EL EXPERIMENTO. ¿En qué consiste? Un grupo de científicos quieren estudiar el comportamiento de un conjunto de hombres dispuestos a permanecer quince días encerrados en una prisión. Con el fin de alcanzar los efectos deseados, y según el perfil estudiado, unos deberán ser guardias, otros presos.
El filme presenta una estructura que permite presenciar dos realidades paralelas: el mundo exterior y el mundo interior: la cárcel. Así se combinan imágenes de ambos tiempos, intercalando a la vez escenas del pasado: los recuerdos vividos por el protagonista junto a su amada y las entrevistas realizadas a los participantes en el momento de su llegada. ¿Con qué finalidad? Se juega con estos contrastes para realzar el cambio que padecen los personajes. Por un lado, analizamos sus transformaciones, y así nos sentimos identificados con sus actitudes. El espectador tiene, por lo tanto, un punto de referencia. Por otro lado, mediante estos recuerdos el protagonista pretende escapar del presente, huye a través de la mente a un mundo perdido, de cariño, lleno de amor, libertad, bondad y afecto, alcanzando una cierta redención, que contrasta con la violencia ejercida en la cárcel.
Mediante este juego de tiempos y espacios, se construye unos personajes que parecen no mostrar una clara identidad. Se presentan al experimento con la esperanza de recaudar dinero, por curiosidad o por intereses profesionales. Pero esta situación no tarda en cambiar. Si en un principio los presos presentan una actitud infantil, bromista, alejada de toda seriedad, empujada por una ingenua rebeldía y provocación, pronto surgen cambios en dicho comportamiento. Y es que también los guardias deben acostumbrarse a su nuevo rol, y éstos se acercan poco a poco al papel que deben interpretar. Surgen entonces los primeros enfrentamientos y su autoridad es cada vez mayor, lo que provoca una radicalización en la actitud de los presos. El filme mantiene una tensión ‘in crescendo’, que despierta en el espectador cierta compasión hacia los presos y odio hacia los guardias.
Observamos que poco a poco la violencia es empleada para reprimir la desobediencia. Los guardias desean destruir las defensas de los reclusos, y nace así un juego de violencia injustificada que activa los instintos más primarios de los personajes. La relación entre ellos se convierte en una lucha por el territorio, y muestran su lado más primitivo.
Captamos en estos cinco días los sentimientos de los personajes, sus trastornos mentales, depresiones, pánicos y llantos; sin embargo, al combinar tales actitudes con alguna que otra carcajada, el espectador identifica a verdaderos seres humanos, llenos de vicios y virtudes. Por otra parte, los científicos que controlan el experimento también padecen cambios que reflejan la situación vivida en la cárcel. Su afán de experimentación y reputación les lleva a trascender los límites entre el “juego” y la realidad. La doctora muestra una actitud más precavida, pero el doctor no distingue tales límites, y logra convencerla para seguir adelante con la investigación. Como los guardias, ellos también están coaccionando la libertad de sus ‘criaturas’. El desenlace del filme demostrará que la violencia (en un principio relacionada con los participantes) se extiende a los propios controladores del experimento. Los observadores, pues, se convierten en víctimas de su propio producto, y dejan de lado toda responsabilidad moral.
Solamente al final, cuando la ficción entra en contacto con la realidad (con la chica como punto de enlace) los personajes comprenden la repercusión de sus actos, y entendemos que ambas realidades no son compatibles. Surge ahora el arrepentimiento y la culpa, enfatizados mediante un travelling hacía atrás en el cual los personajes, ahora todos iguales, están indefensos.
El director logra recrear a través de efectos técnicos una atmósfera capaz de distanciar estos mundos. Un constante juego de luces y colores contraponen las diversas realidades, contextualizando así las acciones de los personajes. Combinando tonos cálidos y ‘reales’ con otros verdosos artificiales, así como el blanco y negro en las imágenes vistas a través de las gafas del protagonista. Asimismo, la música y los sonidos logran recrear los espacios y transmitir sensaciones. Distorsiones de sonidos, ruidos de objetos metálicos, notas graves en piano describen atmósferas tétricas, angustiosas, claustrofóbicas, opresivas y malvadas. Todo ello es añadido a la propia filmación de espacios y personajes, pues la cámara juega con los lugares abiertos y los cerrados, así como con la agitación de la cámara o los zooms que remarcan la expresión facial de los personajes.


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