Cuestión de Principios aterriza en nuestras carteleras con ánimo de convertirse en la nueva propuesta argentina del momento. Después de la galardonada El secreto de sus ojos, puede que esperáramos encontrarnos con otra pequeña gran sorpresa. Sin embargo, no ha sido así.
Todavía no se muy bien si se trataba de una comedia fallida, o de algo con toques de humor desafortunados. En cualquier caso, lo que sí recuerdo es una historia que, en demasiadas ocasiones, roza la previsibilidad. Y tanta previsibilidad en torno a casi dos horas de metraje, al final, aburre.
Afortunadamente, en la pantalla aparecen rostros de la talla de Federico Luppi o Norma Aleandro, que facilitan, gratamente, la digestión. Sin embargo, acostumbrados al tipo de personaje/hombre que gira en torno a Federico Luppi, recordemos Matin (Hache) o Lugares Comunes, esta última Cuestión de Principios parece forzar demasiado la imagen del hombre correcto, sabio, justiciero y moralista que tan bien sentó en anteriores películas. El dinero no lo puede comprar todo. Efectivamente, con estas palabras se dirige Castilla (Luppi), modesto empleado, a su nuevo y joven jefe (Pablo Echarri). A partir de aquí ... ¿cómo reaccionará la familia de Castilla? ¿Cómo reaccionarán sus compañeros de trabajo? ¿Terminará Castilla vendiendo aquello que el dinero no puede comprar?
Un juego de personajes y situaciones pondrán a prueba los firmes principios de un Luppi que tratará de encajar sus palabras con sus actos .. un pack que, hoy en día, no se encuentra ni en el fnac.
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