2012 llega por fin a nuestras carteleras. Digo por fin porque se ha hecho no poca publicidad del filme… 2012 llega, no obstante, sin despertar demasiadas expectativas. Roland Emmerich, director de obras como Godzilla, Independence day o El día de mañana, nos tiene acostumbrados a mucha forma y poco contenido, así que sabíamos lo que podía ocurrir. Efectivamente, el filme no defrauda en sus pretensiones visuales, pues el espectáculo está bien servido desde el comienzo, pero más allá de la forma… Y es que, 2012 ofrece la sublimidad en todas sus formas: terremotos, tsunamis, inundaciones, explosiones, maniobras aéreas imposibles, derrumbamientos, volcanes en erupción… vaya, un no parar. Visualmente espectacular, no cabía esperar menos. El problema es que parece que con ello nos conformemos… no hay guión, no hay personajes. O mejor, sí los hay, desgraciadamente, y resultan tan vacíos y frívolos que podríamos optar por ver la película con tapones en los oídos. Parece que la imagen ha ganado el pulso a la palabra, y es que, ¿no podemos exigir de una película de catástrofes, de acción y aventuras, un buen guión, una buena historia de fondo?
Lo mejor, quizás un cierto trasfondo oscuro que, como años atrás había plasmado genialmente Stanley Kubrick en Dr. Strangelove, gira en torno a la crueldad y el egoismo humano a la hora de "salvar" a la humanidad. ¿Quién puede salvarse? ¿Quién decide quien? Sin embargo, algunos de estos rasgos que podrían contruir una buena historia, algo que nos hiciera pensar, reflexionar...que aportara algo...quedan maquillados por la inmensidad de la imagen en movimiento.Como en tantas otras, empezando por los propios filmes del director, los personajes devienen una excusa para absorber al espectador en unos efectos especiales que efectivamente le ciegan. Por ello, aplausos al finalizar la película. Espero que los que abandonaron la sala lo hicieran porque como película, 2012 resulta soporífera.
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